martes, 1 de mayo de 2012

MONTGÓ, LUGARES SECRETOS.


Que El Montgó, montaña singular y significativa de la Marina Alta, es uno de los lugares más hermosos que podemos contemplar, en un paisaje cada vez más poblado de construcciones allá por donde se mire, no tiene ninguna duda. Que durante miles de años ha albergado toda clase de comunidades, tanto humanas como de animales y plantas, debido a su singular biótopo también es innegable, pues restos documentados del paso de estas comunidades los hay por doquier. Montgó por tanto, ha sido y es generador de incontables historias que cada generación intenta desvelar con los medios de que dispone y su avanzada tecnología. Muchas son las historias que se pueden recoger entre las gentes de sus alrededores relativas a toda clase de sucesos, creibles o no, que se han desarrollado a lo largo de cientos de años. Dos de estas historias llevan intrigándome desde hace mucho tiempo; desde que las oí por primera vez  siempre me han gustado. Una por lo chocante, ya que hace referencia a los peces; aquello que uno dice: ¿peces en Montgó?, así, como incrédulo. La otra es la muy conocida, y tachada por muchos de "leyenda urbana", de que en alguna de las innumerables cuevas de Montgó se encontraría la famosa estátua de la Diosa Diana con sus muchos tesoros escondidos y que ha sido objeto de incontables búsquedas por parte de  toda clase de intrépidos advenedizos llamados "aventureros" desde todos los tiempos. Hete aquí que la casualidad ha querido que en el día de hoy, y estando de excursión con un número cada vez mayor de gentes que se acercan por estas fechas a la cima de esta mole, cuando he tropezado con una persona que comentaba el hecho de que en una hendidura de la roca, denominada por aquí "cocó" y en otros lugares "codolla", "basseta", etc. y que es un cuenco natural donde las aguas de lluvia quedan atrapadas sobre una losa de piedra, donde se hace realidad la historia de los peces del Montgó. Así es, atrapados en el fango durante las épocas de sequía, parece ser que "duermen" o letargan los huevos de estos diminutos pececillos y que toda vez que las lluvias llenan el cuenco, eclosionan y estalla la vida en ese hábitat tan especial. Yo al verlos, me he quedado de "piedra" literalmente, pues nunca creí que pudiese ver aquella maravilla a más de 500 metros del nivel del mar y en un espacio tan reducido, pues las dimensiones del "cocó" son como las de un ataud. De hecho el nombre por el que se conoce dicho "cocó" es el de Cocó del Taut, haciendo referencia a la caja de los muertos. Son peces muy diminutos, de escasos dos, tres centímetros, no vayan a pensar que son como sardinas o algo así. Desconozco la especie a la que pertenecen, pero creo que álguien debería estudiar este fenómeno curioso y que sigue dando esperanzas a los que creen en las historias y secretos de esta maravillosa mole que llamamos Montgó.

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